Del latín ego (yo) e ismo (práctica). En la RAE lo definen como: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
Después de leer esto podéis pensar que os quiero dar una lección de vocabulario, o quizá que estoy enfadado con alguien. Pero más allá de eso, lo hago no como algo rencoroso, sino para tratar de explicar la forma de actuar del ser humano. Para bien o para mal, la supervivencia del hombre se basó muchos años en el egoísmo, el cuál lo podemos considerar como una de las principales reglas a seguir por el instinto de supervivencia.
Como he dicho al principio, el egoísmo consiste en pensar en uno mismo antes que en lo demás. Lo primero que puedes pensar es que el egoísmo es algo malo, sin embargo, en mi opinión no tiene porqué ser malo, ya que es algo que todo ser humano práctica y si dijésemos que es malo, estaríamos diciendo que la humanidad es mala. Por otro lado, el pensar en uno mismo simplifica mucho las cosas, ya que siempre que se trata de ayudar al prójimo se acaba perdiendo algo para uno mismo.
Todo esto me lleva a pensar que yo no debo de tratar de ser ni más ni menos egoísta, pero sí que a partir de ahora pensaré en mí y luego en los demás, ya que esta es la solución óptima para mí. La verdad es que no se qué hacer, ya que aunque una vez analizada la situación esta es la mejor solución a la que puedo llegar, no quiero creerlo y prefiero creer que todo lo que he dicho antes no es así.
¡Ójala la gente pensase las cosas dos veces! Estamos ciegos y no vemos las consecuencias de nuestros actos.